Apelación a los Dioses

Ritos

Un amigo improvisó un ritual para librarse de la desdicha de ser seguidor de un equipo fracasado. Decidió un día ya no ser del equipo con el uniforme color azul el que tiene rayitos en el casco y divisó un plan para acabar con el deslumbrante dolor de irle a un club de expertos en el oficio de perder de forma incoherente,  iconoclastas, innovadores en el arte de lo absurdo.  A principio de la temporada escarbó un hoyo y arrojó al pozo todas sus vestimentas y emblemas acumulados durante los años de angustia que sufrió esperando sentirse ganador.  Bañó con gasolina y whiskey su cachucha azul, desteñida y pasada como su paciencia. Brindó y esperó hasta ya no quedar trazos físicos de su desconsuelo y sus lazos a un perdedor.

Le pregunté que si su rito era como una especie de divorcio y el me contesto que más bien era como una anulación  matrimonial; naturalmente los dioses del deporte no permiten el divorcio. La separación solo se permite en casos cuando uno de los cónyuges es diagnosticado como impotente y ya no tiene la capacidad para brindar vida y placer a su socio, en casos muy aislados se permite la separación sancionada pero bajo mucha supervisión y requiere un ritual de sacrificio.  Metódicamente cuando ya solo eran pocos los escombros, de una bolsa de papel sacó su nueva corona y la colocó encima de su testa, su nuevo emblema de identidad, auto-naturalizado como seguidor de otro club y yo su testigo de lo ya mencionado.

Mercenarios

Durante la edad media en la época de las grandes potencias Ciudad-estado de Italia los ejércitos estaban compuestos de soldados profesionales itinerantes. Estos solían no ser italianos sino suizos, españoles, franceses, daneses etc. Las batallas por el control económico de la península Italiana se ejercían bajo el mando de los condottieri , jefes militares, estrellas de su tiempo, cotizados a precios exorbitantes contratados por los gerentes de estado para traer control y fortuna a los principados de Florencia, Milán y Venecia.

Los mercenarios de la edad media hacían guerra de manera muy peculiar, un  ajedrez racional donde no era inusual que solo muriera uno que otro peón. La idea no era darse a matar, pero a forzar al contrario a quedar en una llave sin salida, esquinar hasta que el capitán de los esquinados diera la orden de “ya estuvo” y así de fácil todo mundo a su casita ahí nos vemos mañana como a las 8:00. No existía la lealtad a una bandera o escudo, la lealtad era al negocio de la guerra. Y así de fácil un día los de aquí se iban para allá y los de allá se encontraban por acá.

Casa Goles en alquiler

Casa Goles en alquiler

En Balón Divido (2014) Juan Villoro se pregunta si un jugador de futbol puede ser simultáneamente agente y fanático del mismo equipo en el cual trabaja. ¿Podrá el Chicharito jugar y a la misma vez ser entusiasta de las Chivas, Manchester United, Madrid o Leverkusen?

Ya sea un síntoma económico de la globalización o una inatención severa generada por la época digital, la necesidad del cambio constante y la satisfacción inmediata junto con el culto de la individualidad nos ha convertido a los aficionados en mercenarios debutantes de las nuevas  Ciudades-estado de Paris, Londres, Barcelona y Milán, todos sin causa ni son de guerra, fieles solo a la victoria rápida.

Pero no se adelanten…

Un escritor norteamericano, Kevin Kelly expuso lo siguiente: “No existe una especie de tecnología que jamás haya sido globalmente puesta en extinción”.  "X nunca mata a Y", aunque existen los IPods la gente todavía compra discos no importa lo caro e impráctico que sean.  No es porque lo viejo y artesanal sea mejor pero al contrastar con lo nuevo los métodos y reliquias del pasado se ven admirables especialmente si nos cuentan que son hechas a mano.

Hablando de un pasado hecho a mano, el maestro Eduardo Galeano dijo: “En su vida un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de futbol”. Así quemen o no quemen mil cachuchas y casacas.

Il condottiero